jueves, noviembre 16, 2006


No sólo de pan vivirá el hombre,sino de toda palabra que sale de la boca de Dios. Mateo 4:4.

Temas de reflexión
Lo que me hace sentir la enormidad del pecado es el hecho de que, para expiarlo, fue necesario que Dios hiriera a Jesús, el Hijo de su amor. La vida terrenal no es más que una muerte en suspenso. Encontrar la verdadera vida es volverse a Dios, pues Dios no es Dios de muertos, sino de vivos. El pecado produjo la pérdida de la vida; en consecuencia, si es posible regresar a la vida, sólo puede ser a través de Dios.
No debemos ser indiferentes en cuanto al pecado; cuando cometemos el menor pecado, deberíamos tener el corazón contrito y quebrantado. La salvación es gratuita, pero costó un precio inmenso a nuestro Salvador.
Jesús vino al mundo para hablar a los hombres de parte de Dios; ahora está en el cielo para hablar a Dios a favor de los suyos. Generalmente no es la carga de nuestras preocupaciones la que nos aplasta. Es el hecho de obstinarnos en llevarla solos. Un creyente que permanece en conflicto con sus hermanos, no puede estar en paz con su Padre.
Cuando ore, no le dé órdenes a Dios; antes preséntese para recibir las de él.
Dios ama a cada uno de sus hijos como si tuviese que amarle sólo a él